sábado, 23 de octubre de 2010

Energía: Pasto elefante, nuevo campeón en biomasa

RÍO DE JANEIRO, oct (IPS) - La caña de azúcar pierde poco a poco su liderazgo en eficiencia bioenergética. Estudios del Centro de Agrobiología de la estatal Empresa Brasileña de Investigación Agropecuaria (Embrapa) apuntan al capín elefante como una especie de potencial inmensamente superior.



Su biomasa seca puede generar 25 unidades de energía por cada una de origen fósil consumida en su producción. En cambio, la caña convertida en etanol alcanza una relación de sólo nueve por una. 


Pero esos dos líderes en balance energético enfrentan desafíos y caminos distintos antes que puedan competir, por ejemplo, en generación de electricidad. El capín o pasto elefante, cuyo nombre científico es Pennisetum purpureum, recién despertó el interés de los grandes consumidores y empresarios de energía, después de décadas de investigación científica. 


Se trata de una gramínea similar a la caña, traída de África hace por lo menos un siglo y usada como alimento ganadero. El interés energético fue despertado, por su alta productividad. 


Mientras el eucalipto, el árbol más sembrado en Brasil para producir celulosa y carbón vegetal, da 7,5 toneladas de biomasa seca por hectárea al año, en promedio, y hasta 20 toneladas en las mejores condiciones, el capín elefante alcanza 30 a 40 toneladas, destacó a IPS Vicente Mazzarella. 


Este técnico estudia esta especie desde 1991 en el Instituto de Investigaciones Tecnológicas (IPT), del gobierno estadual de Sao Paulo. 


Además, el eucalipto necesita siete años para alcanzar un tamaño conveniente para la tala, mientras el capín ofrece dos a cuatro cosechas anuales, por su rápido crecimiento. 


Y su productividad puede ampliarse, ya que se trata de una especie poco estudiada y sin mejoramiento genético. Tiene cerca de 200 variedades y cuesta identificar las que se desarrollan mejor en las distintas condiciones de clima y suelo, señaló Mazzarella. 


La firma Embrapa Agrobiología identificó, tras 10 años de estudios, tres variedades interesantes para fines energéticos, por su buena productividad sin fertilización nitrogenada. La investigación en ese caso busca el capín menos nutritivo posible, el opuesto de lo que se hizo tradicionalmente con el objetivo de alimentar el ganado. 


Es que la presencia de muchos nutrientes, como sales minerales, genera cenizas que pueden dañar los hornos siderúrgicos, explicó a IPS Bruno Alves, agrónomo que participa en el equipo de investigación del capín elefante en Embrapa Agrobiología, encabezado por Segundo Urquiaga. 


Por ello las pruebas se hicieron con variedades que pueden crecer en suelos pobres, tratando de usar el mínimo de fertilizantes, pero sin sacrificar la productividad de biomasa. 


El balance energético de la gramínea puede mejorar con la fijación biológica de nitrógeno disponible en el aire, área en que el centro agrobiológico de Embrapa acumuló mucho conocimiento en las últimas décadas, inoculando bacterias en leguminosas y caña de azúcar. 


La fijación se limita al nitrógeno que la planta necesita, se elimina el riesgo del exceso, explicó Alves, recordando que ese fertilizante es el que más exige energía fósil en su producción. Eliminando su aplicación en las plantaciones se evita la emisión de gases del efecto invernadero. 


Pero el pasto elefante presenta también dificultades. "Le gusta mucha agua", por eso hay que estudiar su tolerancia a los estiajes largos del Cerrado, la sabana brasileña donde están las mayores extensiones de tierras disponibles para el cultivo, y si mantiene su productividad con menos humedad, reconoció Alves. 


Secar y compactar su biomasa son otros desafíos, admitió Mazzarella. 


El pasto elefante verde contiene 80 por ciento de agua y no se deshumedece en el ambiente, como el eucalipto, debido a que amontonado puede pudrirse. Su secado exige ser cortado en pedacitos y algún tipo de energía. Además, la compactación es indispensable para el almacenaje y el transporte, ante el gran volumen del pasto seco. 


Por esas razones, la industria de cerámica aparece como el sector inicial que impulsará el nuevo insumo energético. 


Sus plantas medianas demandan menos de 100 hectáreas cultivadas en las cercanías, dispensando el transporte y la compactación, y pueden usar el capín directamente en sustitución de la leña o el gas natural. Otras actividades que sólo necesitan calor o vapor también podrán adherir a esa alternativa pronto. 


Pero una mediana empresa de electricidad, Sykue Bioenergía, se adelantó al proceso y contrató la construcción de una primera central termoeléctrica que se alimentará de capín elefante. 


La planta se levantará en Sao Desiderio, en el interior del estado de Bahía, ubicado en el nordeste de Brasil, según divulgó en julio Dedini, la empresa industrial más conocida por producir centrales azucareras y destilerías de alcohol. 


La central de Sykue costará 80 millones de reales (unos 43 millones de dólares) y deberá iniciar sus operaciones en diciembre de 2008. Su capacidad será de 30 megavatios y se abastecerá de capin elefante cultivado en 4.000 hectáreas. La empresa piensa hacer 10 de esas centrales y obtener créditos de carbono. 


Producir carbón a partir del capín elefante, para sustituir el coque mineral o el carbón vegetal tradicional, hecho de la madera, aún exigirá mucha investigación. Pero la presión ambiental y la amenaza de déficit energético en Brasil pueden acortar el tiempo de su desarrollo, estimulando inversiones de grandes empresas siderúrgicas y energéticas. 


La demanda potencial para esa alternativa energética es inmensa, según Mazzarella, que apuntó cinco grandes mercados. Además de la siderurgia interesada en un nuevo carbón vegetal que no provoca deforestación, están el grupo de grandes consumidores de energía, como la industria de aluminio, química y de cemento, y las distribuidoras de electricidad. 


Para estos dos últimos sectores, la energía de biomasa representa un ahorro clave, porque se trata de suplir el consumo en las horas de mayor consumo, el que más encarece sus gastos. A la minería, que importa carbón para transformar el hierro en pellets (lignograno), especialmente para exportación, también sería una solución económica y ambiental. 


Además, en Europa está en franca expansión el consumo de biomasa seca y compactada, en la forma de briquetes (pequeños trozos), por ejemplo. Considerado en serio, puede abrir, para Brasil, exportaciones comparables al del etanol, sostuvo Mazzarella. (FIN/2007)