Según el médico David Duarte, del IPN, la ingesta diaria de líquido debe ser la que el cuerpo necesite. "Tomar poca agua es malo, pero ingerirla en exceso es peor", enfatizó.
“Es tan fácil como ver a los animales y a los bebés, simplemente no hay forma de hacerles beber agua si su cuerpo no se la pide”, dijo.
Duarte advirtió que la moda de beber el líquido ha propiciado el incremento del trastorno alimentario llamado potomanía, que puede ocasionar una descompensación nutricional, debido a la eliminación, por medio de la orina, de minerales como sodio, potasio, calcio y magnesio.
La pérdida de sales y minerales lleva a situaciones de hiponatremia, que impide el funcionamiento normal del cerebro, músculos y del metabolismo. También puede provocar náuseas, cefaleas, letargo, convulsiones y hasta llevar a estado de coma, explicó el especialista.
Además, tomar mucha agua para ayudar a perder peso disminuye las reservas de carbohidratos, única fuente de alimento del cerebro, lo cual ocasiona ataques de pánico, que no son de fácil diagnóstico y frecuentemente se confunden con depresión y ansiedad, por lo que no reciben tratamiento adecuado, indicó Duarte.
Uno de los mitos de la alta ingesta del vital líquido es que favorece la eliminación de toxinas; sin embargo, un estudio realizado en la Universidad de Pensilvania, en Filadelfia (noreste estadounidense), demostró que en realidad los riñones limpian esas sustancias independientemente de la cantidad de agua que se ingiera.
