Para alcanzar estas sentencias, el equipo de investigación dirigido por la doctora de este centro universitario, Lisa Smithers, observó los hábitos alimenticios de 7.000 menores a los 6 meses de edad, a los 15 meses y a los dos años desde su nacimiento. Tras ello, analizó el coeficiente intelectual de los mismo a los ocho años de edad.
Ahondando en la importancia de la dieta a la hora de mejorar la inteligencia de los niños, la experta indica que ésta "aporta los nutrientes necesarios para el desarrollo de los tejidos del cerebro en los dos primeros años de vida". Así, confirma que los bebés que ingirieron alimentos variados con regularidad presentaron "hasta dos puntos más de CI a la edad de ocho años".
Además, el estudio también arroja el dato de que los menores que consumieron alimentos preparados para bebés a los seis meses obtuvieron "un impacto negativo". Por el contrario, los efectos fueron positivos al comerlos a los dos años de edad.
Por último, la doctora Smithers concluye que este trabajo refleja la "necesidad" de proporcionar a los niños alimentos saludables en un momento tan crucial para la formación en sus vidas. "Es importante que se considere el impacto a largo plazo de los alimentos que alimentan a nuestros hijos", finiquita.
Seguir a @HoyVerde