En concreto, David Anderson, del Instituto de Tecnología de California (Caltech), y sus colegas han identificado que una parte de las neuronas de este núcleo se activa sólo en caso de agresión y otras se activan sólo en caso de apareamiento, pero hay cerca de un 25% que se activa en ambas situaciones.
Implantando fibra óptica en el cerebro de los roedores, los investigadores consiguieron modificar artificialmente la actividad de estas redes neuronales a su antojo. De este modo pudieron comprobar que mientras el circuito de la agresividad se mantenía inactivo, los ratones ignoraban la presencia de machos intrusos a los que de forma natural atacarían, eliminando prácticamente el comportamiento violento.
Por el contrario, cuando las neuronas se activaban a destiempo, los ratones se volvían tan agresivos que atacaban incluso a objetos inanimados como un guante inflado, a machos castrados o a hembras a las que antes intentaban cortejar. Sin embargo, si estas mismas neuronas se activaban mientras el animal estaba ya inmerso en una actividad sexual, no aparecían conductas violentas. Las neuronas analizadas, concluyen los científicos, se activan en conductas agresivas y se inhiben durante el apareamiento.
Según Anderson, de este estudio podría deducirse que una conexión disfuncional en estas áreas del cerebro podría explicar por qué algunos individuos tienen impulsos sexuales y violentos no apropiados.
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