Esto ocurre porque el estrés psicológico puede elevar el ritmo cardiaco, la presión arterial, y la formación de coágulos, lo cual aumenta el riesgo de ataque al corazón, indicaron expertos del Centro Médico Diaconisa Beth Israel, de la Escuela Médica de la Universidad de Harvard.
Las probabilidades de padecer un infarto son mayores el día después de la pérdida y en la primera semana, pero después de un mes comienza a disminuir paulatinamente, señalaron los expertos en la publicación estadounidense.
Tales resultados se basan en el estudio de mil 985 personas que superaron un infarto, entre los cuales se tuvo en cuenta quienes lo sufrieron tras la pérdida de alguien cercano.
Entre los participantes, 270 (13,6 por ciento), sufrieron la muerte de una persona querida en los seis meses previos, de esas personas 19 tuvieron el ataque cardiaco mismo día en que ocurrió.
La probabilidad de padecer un infarto varió según el estado de salud general de esas personas.
A partir de los resultados del estudio, su autor principal, Murray Mittleman, recomendó a las personas afectadas por una pérdida que continúen con la atención de su salud y soliciten ayuda especializada si presentan síntomas como dificultad para respirar o dolor en el pecho.
Investigadores que no participaron en la investigación indicaron que si bien en condiciones de mucho estrés puede ocurrir un infarto, por lo general suceden entre individuos con enfermedades cardiacas subyacentes.
Con información de: Agencias | Culturizando
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