Los hombres a los que se les aplicó una cantidad extra de testosterona mintieron menos sobre los resultados obtenidos en un juego de dados, a pesar de que su sinceridad les hizo perder dinero.
La testosterona es la hormona sexual principal masculina y juega un papel clave, además de en la formación de los tejidos reproductivos de los hombres, en la promoción de caracteres sexuales secundarios, como el incremento de la masa muscular y ósea o el crecimiento del pelo corporal. Esta hormona está también presente en las mujeres, aunque en cantidades mucho menores.
Diversos estudios realizados sobre la testosterona hasta la fecha habían señalado que ésta promueve comportamientos agresivos o de riesgo, e incluso que reduce la capacidad empática.
Una nueva investigación, cuyos resultados han aparecidos publicados en la revista Plos One, ha revelado ahora que la testosterona también puede impulsar la honestidad.
Los investigadores trataron a 46 de estos participantes con testosterona –que les fue aplicada sobre la piel en forma de gel-, mientras que a los 45 restantes les aplicaron un placebo.
Al día siguiente, endocrinólogos de los hospitales de la Universidad de Bonn constataron que los niveles de testosterona en sangre eran más altos en los sujetos del primer grupo que en los individuos que habían recibido el placebo.
A continuación, los científicos llevaron a cabo un experimento de comportamiento que consistía en jugar a un juego de dados sencillo en cabinas aisladas. Cuanto más alta era la puntuación alcanzada por los participantes en este juego, mayor cantidad de dinero recibían como premio.
Bernd Weber, neurocientífico del CENS y co-autor del estudio, explica en declaraciones recogidas por Alphagalileo que “este experimento fue diseñado de tal manera que los sujetos pudieran mentir”.
“Como estaban en cabinas separadas, nadie sabía si estaban introduciendo una puntuación real en el ordenador o si, por el contrario, introducían una puntuación más alta para conseguir más dinero”, añade Weber.
Pero, tras la prueba, los científicos sí pudieron determinar si los participantes habían hecho trampa o no. Weber explica cómo: “Estadísticamente, la probabilidad de que salgan todos los números de un dado es idéntica. Por eso, el hecho de que los participantes señalasen demasiados números altos constituyó una clara indicación de que habían hecho trampas”.
Al comparar los resultados de los miembros del grupo a los que se les había suministrado la testosterona con los del grupo de control, se demostró con claridad que “los sujetos con mayores niveles de testosterona en sangre habían mentido menos frecuentemente que el resto”, afirma Armin Falk, co-director con Weber del CENS.
Según Falk, la razón subyacente a esta diferencia podría ser que la testosterona extra hubiese incrementado el orgullo de los participantes y su necesidad de desarrollar una imagen positiva de ellos mismos.
Dado que existen gran cantidad de tabús relacionados con la mentira, los hombres con más testosterona habrían evitado caer en ella para no perjudicar dicha imagen.
Todo esto a pesar de que “la mentira es una parte importante tanto de los negocios como de la vida personal”, señala Falk, y a pesar de que esta “no se usa solo en beneficio propio, sino también para beneficiar o proteger a otros”.
Los científicos consideran que la mentira y sus efectos en la economía han sido estudiados a menudo, pero que aún se sabe poco de las causas biológicas subyacentes a este comportamiento. Por esta razón creen que “desde este punto de vista, el presente estudio supone un gran paso adelante”.
Con información de: Agencias
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