Las caricaturas del chico universitario borracho y no demasiado listo podrían tener cierta base científica, ya que un estudio reciente encontró que mientras más bajo es el coeficiente intelectual (CI) de un hombre joven, más probable es que se emborrache.
Investigadores suecos encontraron que a medida que los CI de los hombres bajaban, aumentaba su riesgo tanto de beber en exceso como de atracones de bebida.
"La inteligencia, junto con muchos factores más, podría formar parte de un complejo panorama que influye sobre el consumo de alcohol", apuntó la autora líder, Sara Sjolund, estudiante doctoral del Instituto Karolinska, en Estocolmo.
Estudios anteriores han arrojado resultados mixtos sobre la forma en que el CI podría afectar los hábitos de consumo de alcohol, ya que algunos han encontrado un vínculo entre un CI alto y un mayor consumo, apuntaron los autores en la información de respaldo de su informe.
Pero según los resultados del nuevo estudio, el riesgo de consumo empedernido de un hombre adulto joven aumenta en un 20 por ciento por cada peldaño que baja su CI en una escala establecida por los investigadores. De igual forma, su riesgo de atracones de bebida aumenta en un 9 por ciento por cada descenso en la escala del CI.
Pero quizá los hallazgos no sean pertinentes para las mujeres. "Debemos tener mucho cuidado al hacer cualquier intento de generalizar nuestros resultados a las mujeres, dado que su nivel de consumo y patrones de bebida probablemente sean distintos que los de los hombres", señaló Sjolund.
También es importante anotar que el estudio solo se diseñó para hallar una asociación entre el CI y el consumo de alcohol. No puede probar una relación causal.
En el nuevo estudio participaron casi 50,000 hombres suecos de 18 a 21 años de edad, que fueron alistados por el gobierno para el servicio militar entre 1969 y 1971. Los investigadores observaron las puntuaciones de CI y datos sobre los hábitos de consumo de alcohol de pruebas que los hombres tomaron durante su introducción al ejército.
El equipo de Sjolund encontró una asociación clara entre el CI y el uso de alcohol, incluso tras ajustar los resultados para tomar en cuenta el estatus socioeconómico, cualquier problema psiquiátrico y emocional, y los patrones de consumo de alcohol del padre de cada hombre.
Sjolund dijo que una persona con un CI más bajo podría terminar eligiendo opciones de estilo de vida que le conduzcan a un mayor consumo de alcohol, aunque añadió que la inteligencia probablemente sea solo uno de muchos factores que determinan el uso de alcohol de cada persona.
"Quizá un CI más alto resulte en unas opciones más saludables de estilo de vida", planteó, pero quizá también las condiciones de la niñez, como la pobreza, podrían influir tanto sobre el CI como sobre la salud.
Los cerebros de esos hombres jóvenes aún estaban en desarrollo cuando entraron al ejército, anotó George Koob, director del Instituto Nacional sobre el Abuso del Alcohol y el Alcoholismo de EE. UU.
"El cerebro no se desarrolla del todo hasta los 25 años", dijo Koob, y añadió que hay estudios que han encontrado que el alcohol puede afectar al desarrollo de la corteza frontal. Esa parte del cerebro se ha vinculado con el CI, y se encarga de la planificación, la organización y el control de los impulsos.
"Uno se puede imaginar que cualquier cosa que dañe el desarrollo de la corteza frontal puede tener unos efectos tremendos", dijo Koob. "Es significativo que las personas jóvenes probablemente no comprendan del todo las implicaciones del consumo excesivo de alcohol".
Eso plantea la pregunta de si el alcohol provocó unos CI más bajos en esos hombres jóvenes, o si su CI más bajo fomentó su consumo de alcohol.
Los investigadores suecos afirman que sus hallazgos resuelven esa pregunta de "el huevo o la gallina" sobre el CI y el alcohol.
Daniel Falkstedt, profesor asistente del departamento de ciencias de la salud pública del Instituto Karolinska, dijo en un comunicado de prensa de la revista en que se publicó el trabajo que "en este estudio de una población general, la inteligencia probablemente preceda a la conducta, en este caso, el consumo de alcohol y un patrón de consumo de alcohol en la adolescencia tardía".
Pero Koob dijo que se podría decir lo contrario.
"Cualquiera que beba mucho a los 12 años de edad tiene tres o cuatro veces más probabilidades de sufrir un trastorno del consumo de alcohol más adelante en la vida", señaló Koob. "¿Tenían ya un CI más bajo que el alcohol empeoró, o el alcohol indujo un CI más bajo debido a efectos sobre el desarrollo?".
En cualquier caso, los hallazgos sugieren que los programas para disuadir a los adolescentes de beber son importantes, aseguró Sjolund.
"El alcohol es nocivo en la adultez temprana, y las medidas de políticas para reducir el consumo son importantes, sobre todo para grupos en desventaja como los que tiene un CI más bajo", añadió.
El estudio aparece en la edición en línea de marzo de la revista Alcoholism: Clinical & Experimental Research.
Con información de HealthDay | Hispanicare
Seguir a @HoyVerde