viernes, 23 de septiembre de 2016

No solo eres lo que comes, sino cuándo lo comes

El médico griego Hipócrates sentenció “que el alimento sea tu medicina”. Ahora, aparte de saber que somos lo que comemos, también es importante cuándo lo hacemos. Y es que, según una nueva investigación de la Universidad Estatal de San Diego y del Instituto Salk (EE.UU.) la hora a la que ingerimos los alimentos también son cruciales para nuestra salud.

Los investigadores realizaron un experimento con moscas de la fruta (cuya esperanza de vida es de unos 30 días) con objeto de averiguar qué efecto tendría cambiar los patrones de alimentación diaria. Así, distribuyeron a las moscas en dos grupos: el primer grupo fue alimentado con una dieta estándar de harina de maíz durante todo el día y el segundo grupo únicamente alimentado durante 12 horas al día. Los resultados fueron evidentes tras 3 semanas. Las moscas del segundo grupo tenían mejores patrones de sueño, no ganaron tanto peso como las otras y sus corazones eran mucho más saludables. Se llevó a cabo un segundo experimento con moscas más mayores, descubriendo que los beneficios observados en las moscas jóvenes se repetían también en estas; por ejemplo, los corazones de las moscas adultas se volvieron más sanos.






Tras sendos experimentos, los científicos secuenciaron el ARN de las moscas identificando tres vías genéticas partícipes de estos efectos (prevención de problemas cardiacos o longevidad). Con todo, “los resultados refuerzan la idea de que el patrón de alimentación diaria tiene un impacto profundo en el organismo y en el cerebro”, explica Satchidananda Panda, coautor del estudio.

¿Sirve este experimento con moscas para los humanos? “Los humanos no consumimos la misma comida todos los días, y nuestro estilo de vida es un factor determinante de cuándo podemos o no comer. Pero al menos, nuestros estudios nos sugieren que nos deberíamos hacer las mismas preguntas en los seres humanos”, aclara Girish Melkani, coautor del estudio.

Y es que cuando comemos de noche no estamos cambiando nuestra dieta, sino el momento en el que comemos, concluye el trabajo que ha sido publicado en la revista Science.

Con información de Muy Interesante