El aumento en el riesgo de tener una cintura más ancha aumentó junto con la cantidad de fuentes de ruido a las que alguien se exponía de manera simultánea, del 25 por ciento entre los expuestos a apenas una fuente a casi el doble para los expuestos a las tres, añadieron los científicos.
"La exposición a largo plazo al ruido del tráfico podría afectar a nuestro metabolismo y conducir a la obesidad abdominal", señaló la investigadora principal, Charlotta Eriksson, del Instituto de Medicina Ambiental del Instituto Karolinska, en Estocolmo.
"El ruido del tráfico se debería reconocer como un peligro ambiental importante para la salud que se debe tomar en cuenta en la planificación urbana", planteó.
Eriksson advirtió que este estudio es solo observacional, de forma que no se pueden sacar conclusiones definitivas sobre la causa y el efecto entre el ruido del tráfico y la obesidad abdominal.
Pero el ruido del tráfico podría ser incluso más nocivo para la salud de lo que se sabía, dijo Eriksson. Investigaciones anteriores han mostrado asociaciones entre el ruido del tráfico y la hipertensión y los ataques cardiacos, anotó.
"Pero dado que la obesidad abdominal es un factor de riesgo de muchas enfermedades, como las enfermedades cardiacas, la diabetes y el cáncer, y cada vez más personas viven en áreas con una densidad poblacional alta muy cerca de grandes carreteras, vías de trenes y aeropuertos, el ruido constituye una grave amenaza para la salud pública", enfatizó Eriksson.
El informe aparece en la edición en línea del 25 de mayo de la revista Occupational & Environmental Medicine.
El Dr. David Katz, director del Centro de Investigación en Prevención de la Universidad de Yale, dijo que "al principio, la idea de que el ruido podría engordarnos, aumentando específicamente la grasa de la cintura, que es la más peligrosa, parece inverosímil".
Los estudios de asociación como esta nueva investigación son famosos por revelar correlaciones que no son de causa y efecto, comentó. "Por ejemplo, la exposición al ruido podría ser más prevalente en los vecindarios más pobres donde las opciones de alimentos también son peores, y esa podría ser la verdadera causa del aumento en la grasa abdominal", señaló Katz.
Pero este nuevo estudio controló cuidadosamente esas explicaciones alternativas, explicó.
"Hay una explicación factible: el ruido es estresante, el estrés puede alterar los niveles de las hormonas y el desequilibrio hormonal puede influir sobre el lugar del cuerpo donde se depositan las calorías adicionales. Además, estos hallazgos concurren con otros trabajos que indican que las pistas ambientales podrían influir sobre lo que comemos y la cantidad que comemos", dijo Katz.
Para el estudio, Eriksson y sus colaboradores reunieron datos sobre más de 5,000 personas que vivían en cinco áreas suburbanas o rurales cerca de Estocolmo, que habían participado en el Programa de Prevención de la Diabetes de Estocolmo entre 1992 y 1998.
Entre 2002 y 2006, cuando tenían de 43 a 66 años de edad, completaron un cuestionario que cubría el estilo de vida, el estado actual de salud, los niveles de estrés psicológico, el insomnio y el esfuerzo laboral. Los investigadores también indagaron sobre el ruido del tráfico, los trenes y los aviones.
Además, se midió la presión arterial de los participantes del estudio, y se les hicieron pruebas de diabetes. Los investigadores también midieron sus cinturas y caderas, así como su obesidad general.
El equipo de Eriksson encontró que entre las mujeres hubo un aumento en la cintura de 0.08 pulgadas (0.2 centímetros) vinculado con cada 5 decibeles adicionales de exposición al ruido del tráfico.
Entre los hombres, hubo una relación entre el ruido ambiental y la proporción entre cintura y cadera. Los investigadores encontraron un aumento en la proporción entre cintura y cadera de 0.06 pulgadas (0.15 centímetros) por cada cinco decibeles adicionales de exposición al ruido del tráfico.
"El principal mecanismo que subyace a esta asociación es que el ruido del tráfico podría aumentar los niveles de una hormona del estrés llamada cortisol, que se sabe que estimula la acumulación de grasa en el área abdominal. Las perturbaciones del sueño inducidas por el ruido podrían también tener un rol significativo", planteó Eriksson.
Según el estudio, esos hallazgos no se vieron influenciados por los factores socioeconómicos, el estilo de vida ni la exposición a la contaminación atmosférica. Pero la edad fue un factor significativo, y la asociación entre la grasa abdominal y el ruido del tráfico solo se encontró entre los menores de 60 años.
Katz dijo que "no es incuestionable que el ruido contribuya a la obesidad central y al riesgo metabólico, pero es posible. Pero hay motivos para que los que tienen potestad sobre las políticas y los ambientes donde la gente y el ruido coinciden hagan lo que puedan para reducirlo".
Con información de HealthDay | Hola Doctor
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