Con la mantequilla de maní ocurre lo mismo que con el chocolate, ¿existe alguien a quién no le guste? Es deliciosa, adictiva, suave y cremosa. Cómo no adorar la sensación que sentimos cuando la tenemos dentro de la boca; pegada entre los dientes, el paladar y en la parte interna de los cachetes. Quizá muchos piensan que no es saludable; sin embargo, si se consume con prudencia y se evita caer en la tentación de comerla sin parar, resulta sumamente beneficiosa para nuestra salud.
Este producto tan popular en los EE. UU., no sólo huele y sabe rico, su textura también es agradable; además, es muy versátil: puede consumirse untado en una rebanada de pan o sobre una fruta, y sirve hasta para aderezar ensaladas y carnes. La mantequilla de maní contiene gran cantidad de grasas de buena calidad, ya que son de origen insaturado. Y precisamente éstas son las que permiten reducir los niveles de colesterol malo (LDL) en la sangre, favoreciendo nuestro sistema cardiovascular.
El 90% de esta mantequilla se constituye del maní; por ende, cada vez que la consumimos podemos beneficiarnos de los minerales de este fruto seco como los son el potasio, el calcio, el magnesio y el fósforo. Asimismo, contiene vitaminas B y E, altos niveles de proteína y gran cantidad de antioxidantes (muy necesarios para protegernos de enfermedades como el cáncer). Igualmente, resulta ideal para las embarazadas, porque esta leguminosa tiene acido fólico, fundamental para la salud de los bebés.
Por si esto fuera poco, el maní aporta fibra lo que favorece el sistema digestivo, pues disminuye el riesgo de desarrollar enfermedades de colon. La fibra también ayuda a sentirnos saciados, mucho más activos y con mayor energía luego de ingerir un poco de este alimento. Por otro lado, en cada cucharada de mantequilla de maní hay siete gramos de proteína, lo que permite tonificar nuestro cuerpo. Esta es, precisamente, una de las razones de porqué muchos deportistas la incluyen en sus meriendas; quienes practican ejercicios adoran consumirla.
Quizá la falsa creencia que tienen algunas personas sobre este producto, como puede ser el hecho de verlo como una chuchería o pensar que es dañino para nuestro organismo, impide que se animen a ingerirlo. Si tenemos cuidado con las porciones, podemos aprovechar todas las bondades de este delicioso alimento. Sólo debemos recordar que es bastante calórico; por ello, hay que tener cuidado al momento de destapar el frasco, es allí cuando podemos caer en la terrible tentación de comerlo entero, hasta llegar al fondo.
Por Erika De Paz
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