jueves, 22 de septiembre de 2016

El ombligo: único y aterrador

A veces pensamos que somos el ombligo del mundo. Nos creemos más que nadie por haber atravesado ciertas circunstancias en la vida, por estar en una mejor posición que el otro, o por pensar que somos irreemplazables y totalmente necesarios en nuestro entorno. Lo cierto es que, para algunos, el hecho de pensar en esta cicatriz redonda ya es motivo de terror. Y sí, aun cuando es totalmente ilógico tener miedo por “eso” que nos divide el cuerpo en dos, sentir temor por el ombligo es una de las fobias más extrañas que existen, y resulta sumamente insoportable para quienes la padecen.

La omfalofobia es el miedo irracional hacia los ombligos. Aunque esta palabra no se encuentra en el Diccionario de la Real Academia Española, sí aparece en la cabeza de aquellos que la sufren. A cada persona le afecta de manera distinta: hay quienes sí pueden ver su ombligo y el de otros, pero no conciben la idea de que se lo toquen o de tocar el de otra persona; otros, sólo necesitan mirar cualquier ombligo, inclusive el suyo, para que se active en sus organismos ese miedo irracional.

Esta perturbación anormal e injustificada hacia el ombligo produce, en quienes la padecen, irritabilidad, vómitos, mareos y sensación de impotencia. Los síntomas varían en cada individuo: hay quienes sólo presentan nauseas, mientras que otros pueden llegar a sentir ataques de pánico.






La terapia es una excelente opción para tratar esta fobia, pues permite detectar el origen del problema. En algunos casos, es necesario recetar medicamentos que ayuden a aplacar los síntomas que presentan las personas al momento de estar expuestas a la fobia. De cualquier manera, la mejor opción es pedir ayuda psicológica, y evitar recurrir a los medicamentos por cuenta propia.

Lo verdaderamente importante es buscar apoyo en caso de ser necesario. Sólo de esa manera podrás enamorarte de la cicatriz más especial que tenemos en el cuerpo. Aunque no cumple una función vital para nuestro organismo, nos permite recordar el lugar por donde estuvimos vinculados con nuestra madre durante varios meses.


Por Erika De Paz
IG @ERIKADPS