Concretamente, el estudio ha descubierto que los telómeros de las mujeres que tenían más descendencia eran más largos que los de las que tenían menos hijos. Y, como ya sabemos, los telómeros son aquellas etapas del final de cada cadena de ADN que protegen nuestros cromosomas de los daños y cada vez que una célula se replica, los telómeros se hacen más cortos. Con el paso del tiempo se vuelven tan cortos que dejan de proteger los cromosomas, haciéndolos vulnerables a los daños, lo que evidencia el proceso de envejecimiento de nuestras células con el paso del tiempo.
Así, a pesar de que investigaciones anteriores han apoyado la teoría de que a mayor aumento del comportamiento reproductivo, más acelerado es el envejecimiento biológico, el presente estudio contradice esta afirmación.
Los investigadores evaluaron el número de hijos de dos comunidades vecinas en las tierras altas del suroeste de Guatemala, con un total de 75 mujeres. El seguimiento del estudio se prolongó durante 13 años. Midiendo, gracias a muestras de saliva, la longitud de los telómeros, al principio y al final del experimento, los científicos descubrieron que cuantos más niños habían tenido las féminas, más largos eran sus telómeros; en concreto, por cada hijo nacido, los telómeros eran 0,059 unidades más largos.
“Nuestro análisis muestra que el aumento del número de hijos a través de 13 años de observación sugiere que, en nuestra población de estudio, tener más hijos puede ralentizar el ritmo de envejecimiento celular”, aclaran los autores.
La explicación a este fenómeno podría explicarse por un aumento en la hormona del estrógeno que surge durante el embarazo: “El estrógeno actúa como un potente antioxidante que protege las células contra el acortamiento de los telómeros”, explica Pablo Nepomnaschy, líder del estudio.
Con información de: Muy interesante
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